En las anteriores giras de Ismael Serrano hemos visto naves arder más allá de Orión, hemos naufragado en Peumayén, hemos visitado «El café de los recuerdos», hemos entrado en su edificio… ¿Y ahora qué?
El pasado viernes acudimos al Teatro Guerra, en Lorca, al concierto de presentación del último disco de Ismael Serrano, titulado La llamada, con muchas expectativas al pertenecer a un pequeño ciclo de conciertos acústicos enmarcados en la gira de presentación con la característica distintiva de ser acústicos: Ismael Serrano solo, sobre el escenario, con guitarra y voz.
Después de las diversas puestas en escena a las que hemos asistido en las anteriores giras de Ismael Serrano esperábamos con muchas ganas ver cuál era la puesta en escena en esta ocasión… Y, a decir verdad, fue totalmente sorprendente.
Llegamos al teatro y lo primero que nos llamó la atención fue que nada más abrir las puertas nos encontramos a Ismael Serrano sobre el escenario, solo, sobre una especie de alfombra, con decorado de arboles tras de sí, taciturno, guitarra en mano… Como si estuviese haciendo la prueba de sonido de guitarras, ensayando… Algo que, de entrada, resultó extraño.
La gente llegaba, era sentada por los acomodadores y miraban con extrañeza la escena… Y así se fueron sucediendo los minutos hasta que se acabaron de acomodar los últimos espectadores que llenaron el teatro y comenzó el espectáculo. Sin moverse un ápice de la posición en la que había estado desde que entramos a la sala, comenzó a hablar para sí mismo, estaba «acabando de componer» Pequeña bachata mediterránea, canción con la que decidió comenzar el recital.
Tras esta se sucedieron una larga lista de canciones durante tres horas de concierto mezcladas con anécdotas. Ismael nos invitaba a pasar una noche haciéndole compañía, a «hacer noche de aldea en aldea como un titiritero«, mientras iba introduciendo las diversas canciones haciendo un repaso por toda su discografía y consiguiendo, una vez más, que tres horas de concierto se hicieran cortas.
Acostumbrado a verlo con, al menos, su inseparable pianista Jacob Sureda se hacía extraño verlo tan solo en el escenario, pero con su dominio de la guitarra, su voz, sus diálogos a la hora de introducir las canciones, su forma de interactuar con el público haciéndonos partícipes del concierto… Consiguió no solo llenar el escenario, sino que este se quedase pequeño.
Sobre el escenario: árboles con juegos de luces integrados, pequeños candiles que alumbraban una noche despejada, cantos de grillos, su vieja radio que aportaba la base rítmica de La llamada… Pequeños detalles que consiguen una increíble cuasi-teatralización única y característica de sus conciertos.
Tras una larga lista de canciones, se marchó para volver con Pequeña criatura y Peces de ciudad (versionando al gran Joaquín Sabina). Tras estos dos temas se despidió, de nuevo, del público, pero no estábamos dispuestos a dejarlo ir tan pronto (a pesar de estar acercándonos a las tres horas de concierto) y, después de mucho insistir su regreso a las tablas, apareció en el escenario… Fue entonces cuando dejó de existir la numeración de los asientos y todo el mundo se acercó lo máximo al escenario para disfrutar del fin de fiesta con Últimamente y Cien días. En definitiva un concierto al que siempre merece la pena ser recomendado.
Para finalizar la crónica del concierto nos queda invitaros a que asistáis a algún concierto de la gira (podéis ver las fechas aquí) y queremos compartir con vosotros el vídeo de uno de los momentos más especiales del concierto, cuando interpretó Ahora que te encuentro:
** Nuestro agradecimiento a la oficina de prensa de Ismael Serrano por facilitarnos nuestra labor.
Absolutamente maravillosa esta gira de Ismael Serrano, tanto en formato acústico como acompañado del resto de músicos.
Agradecido por la crónica. Saludos.
Ismael nunca decepciona 🙂
Gracias a ti por dedicar unos minutos a leer la crónica y comentarla.